Septiembre es el mes de la patria, es el mes donde inicia y termina la guerra de Independencia. Oficialmente el 16 de septiembre de 1810 inicia -aunque el grito de independencia lo celebremos el 15-; y el 27 de septiembre de 1821 concluye con la entrada del ejército de las tres garantías a la Ciudad de México. En esta colaboración revisaremos el papel de los pueblos de indios en la guerra de independencia.
Algunas precisiones generales
Nuestra guerra de independencia fue la más larga de todo el continente
Americano. La de Estados Unidos duro de 1775 a
1783, Argentina de 1810 a 1816, Brasil de 1822 -1824, solo por mencionar
algunos casos. Nuestro proceso de independencia está impulsado por diversos
actores sociales y sus intereses, marcando
etapas diferenciadas e impactos regionales desiguales. Las etapas más visibles de nuestra independencia es el movimiento
encabezado por Miguel Hidalgo y José María Morelos y Pavón y la
formación del ejecito de las tres garantías por Agustín Iturbide.
Desde el año 1796 hasta el año de
1810 se contabilizan por lo menos una docena de conspiraciones, algunas muy
relevantes como la instrumentada por el cabildo de la Ciudad de México en 1808
o la de Valladolid en 1809. Todas estas
conspiraciones son dirigidas por criollos (españoles nacidos en México). La
Conspiración de Querétaro que origino el grito de Dolores, es la única que
termina con un levantamiento popular.
Existía históricamente un enojo de
los criollos en contra de los españoles peninsulares, ya que estos monopolizaban
los mejores espacios administrativos, militares y eclesiásticos, aunque solo
representaban el 0.5% de la población. A este descontento se le suman los
siguientes motivos: la invasión del ejército francés a España y la abdicación de Fernando VII por José Bonaparte
I; y la aplicación de las reformas
borbónicas, en especial, que la corona española administrara la deuda –prestamos
e intereses- que los criollos habían adquirido con la iglesia, que provoco la
confiscación de los bienes de los
criollos deudores y su empobrecimiento. En
el tema indígena las reformas borbónicas habían causado molestia por el pago de
tributos en forma monetaria -16 reales los indios y 24 reales las demás castas-,
que antes se podrían pagar en especie y la intervención de la hacienda real en las
cajas comunales de los pueblos de indios.
La población indígena en 1810
Los registros eclesiásticos de 1810 estimaban
que había más de 6 millones de personas en la Nueva España. Un millón correspondía
a los españoles (criollos y gachupines), un 1.3 millón a mestizos y
afrodescendientes; y 3.6 millones de indios. Los mestizos incluían los hijos de
españoles e indígenas, pero también los indios que habían abandonado sus
pueblos y ejercían trabajo como
campesinos, artesanos, mineros y obreros. En el caso de la población
afrodescendientes incluían los esclavos y los libres, y sus diferente castas: zambo, mulatos, etc. La población indígena era aquella que habitaba
en un pueblo de indios. Existía más de un 60% de población indígena.
La corona española desde mediados del
siglo XVI había instaurado una estructura política administrativa destinada a los
indígenas, los Pueblos y la Republica de Indios, en donde gozaban de autonomía
y propiedad comunal. La mayoría de los
indios vivían bajo esta estructura. Desde 1512 se habían expedido las Leyes de Burgos a
donde se manifestaba que “los indios son hombres libres y legítimos dueños de sus casas y sus
haciendas”.
La provincia de México (hoy Ciudad de México,
Estado de México, Guerrero y Morelos) tenía la más alta concentración de
pueblos de indios, casi un tercio de la población indígena vivía en esta
provincia. Sin embargo existían
indígenas que no habitaban en los
pueblos de indios. En el norte del país
los indígenas estaban en guerra en
contra de los españoles. En el Bajío, por su parte, concentraba una gran cantidad de indígenas
“mestizos”.
El
Bajío es una fértil cuenca cerrada,
que incluye Querétaro y el sur de Guanajuato, que se vinculaba con la rica
región minera situada en las estribaciones serranas. John Tutino indica que en la zona del Bajío, desde
el siglo XVII, “inicia la construcción de un mundo sin precedentes;
enlazado con todo el orbe a través de la plata que alimentó el comercio mundial
y financió guerras e independencias por todos lados; que tenía una dinámica y
formas de producción eminentemente capitalistas, y que provocó un cataclismo
social que
transformó las relaciones de producción y las relaciones sociales en toda la
región, provocó la debilidad económica de la nación mexicana y alteró la
trayectoria de América del Norte y el capitalismo mundial.
La Guerra de Independencia.
El movimiento popular iniciado por el cura Miguel Hidalgo estaba
compuesto por un gran número los indios mestizos y que habían sufrido todas las consecuencias del modelo económico que
se instrumentaba en el Bajío. Sin embargo, la insurrección era dirigida por los
criollos.
Después de la muerte de Miguel
Hidalgo, la rebelión popular se traslada del Bajío a la región que hoy
comprenden Guerrero, Morelos y Michoacán. El General José María Morelos y Pavón
logra un gran apoyo de la población
afrodescendiente en esta región. Los
cargos principales de su Ejercito Insurgente estaban ocupados por
afrodescendientes y criollos, la mayoría de ellos sin una trayectoria
militar previa. Uno de ellos, Vicente Guerrero, después de la muerte de José María
Morelos, se convierte en la figura más
importante de la insurgencia.
El 5 de octubre de 1813, el Gral. José
María Morelos emitió en Chilpancingo un decreto que ordena a los intendentes de
cada provincia poner en libertad a los esclavos. Además, propone que a “los
indios que formen pueblos y repúblicas hagan elecciones libres y que no los
esclavicen con servicios personales”. En este manifiesto establecía el
fortalecimiento de la estructura administrativa de la Republica de Indios y en la
parte más sustancial la libertad de los esclavos. Este último se llevaría a
cabo en el mandato como presidentes de Vicente Guerrero. El tema de la
Republica de Indios tendría otro fin.
Por último, en la enésima conjura
independentista criolla da resultados. Esta conjura es encabezada por Agustín
de Iturbide en 1820, que logra controlar el ejército realista y en alianza con
Vicente Guerrero y otros insurgentes presenta el Plan de Iguala, que crea el
ejército trigarante, y después los Tratados de Córdova. Esto permitió la entrada del ejército de las tres garantías,
el 27 de septiembre de 1821, a la Ciudad de México. En el Plan de Iguala se
establece que “la independencia de México solo se
lograría con la “unión general entre europeos y americanos, indios e indígenas
(que) es la única base sólida en que pueda descansar nuestra común felicidad”.
A excepción de esta mención, ni en el Tratado de Cordova o la primera
Constitución del Estado Mexicano de 1824, abordaría el tema indígena.
La Guerra de Independencia.
A pesar de ser el segmento
poblacional más numeroso en la Nueva España, la participación indígena en la
guerra de independencia fue accidental, salvo los indios mestizos que
acompañaron a Miguel Hidalgo .Los
indígenas integrados a los pueblos de indios tuvieron muy poca participación en
la guerra de independencia. A partir
del 1812 deben enfrentar otros procesos que ponían en peligro su continuidad,
como fue la desaparición de las Repúblicas de Indios para dar paso a las
Municipios. A partir de 1812 hasta 1821 se erigen más de 1000 municipios y en
muchos de estos toman de base las
Repúblicas de Indios. Incluso el Virrey Callejas fomenta la creación de estos
municipios de origen indígena, como una estrategia para paliar el posible descontento de los indios. Este desinterés de
los pueblos de indios de participar activamente en el movimiento
independentista será el sello común en los 11 años que duro la guerra de
independencia.
Esta es la razón porque no hay héroes
de la guerra de independencia de origen indígena. Esta rotonda les pertenece a
los Criollos, a los afrodescendientes, e incluso a algunos extranjeros. Sin
embargo, en el resto del siglo XIX los indígenas serian protagonistas de los
grandes cambios en México, ya sea desde sus posiciones de resistencia y
rebeldía, o en el diseño de la nueva República. Pero, eso es otra historia.
Rafael Castelán González
Coordinador de la Alianza Por la Reconstitución
de los Pueblos Originarios
e
integrante de la Consultoría de Estudios Estratégicos CASYA
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