Tianguistenco,
Estado de México. Lana y pigmentos naturales son las materias primas que
Modesto Nava Vega, más conocido como Don Efrén, utiliza para crear gabanes,
capas y sarapes que elabora desde hace más de 48 años.
El
esmero, la dedicación y el amor a su oficio son la marca característica de su
trabajo, el cual ha sido reconocido en numerosos concursos nacionales y
destacado en diversas publicaciones, tanto en México como en el extranjero.
Entre
sus actividades destaca el rescate del Sarape Saltillero Virreinal del siglo
XVIII, considerado entre los más difíciles de elaborar dadas sus amplias
dimensiones y porque para su realización se utilizan 24 hilos por pulgada,
entre ellos, hilos de oro, de plata y 14 colores naturales, trama en seda y el
fondo guinda debe ser teñido con la grana cochinilla.
“Nunca
tuve miedo de decir no a algún cliente y con materiales finos, siempre estuve
aprendiendo, siempre estuve abierto a aprender y hacer las cosas”, aclaró.
En
1967, a la edad de 20 años, Don Efrén se integró de manera formal al sencillo taller de su padre y su tío, Julio y
Fidel Nava Medina, respectivamente, quienes, con un pequeño telar, le
inculcaron la pasión por la urdimbre y
el telar de pedal, que se ha acrecentado con el paso de las décadas.
“Yo
nazco en una familia artesana y deportista, a los siete años me involucré en la
artesanía, sobre todo en el bastidor, tejiendo cinturones y bolsas, cosas
pequeñas, luego por la invitación de mi padre me compró un telarcito ahí en
pagos y la verdad empecé a conocer lo que es el textil, el telar, lo que hacían
mis tíos, mi papá”, comentó.
Ya
cautivado por las formas y los colores, el joven artesano se puso nuevos retos
al trabajar con diferentes materiales como la lana de Argentina, la de Nueva
Zelanda, la australiana y la inglesa.
Asimismo,
contó con maestros como la alquimista española Ana Roquero, quien le enseñó a
pigmentar la lana con colores vegetales, o el artista plástico mexicano Alfredo
Zalce y la investigadora japonesa Yoshiko Shirata Kato, quien hizo profundos
estudios sobre la flora mexicana como colorante.
“Hice
también el tapiz con el maestro Alfredo Zalce, tuve que aprender los colorantes
vegetales, precisamente una de mis maestras fue una japonesa Yoshiko Shirata
Kato, que estuvo aquí en el Estado de México, ya se retiró, se fue para Japón
ya, pero hizo un gran estudio en las plantas de aquí del Estado de México”,
recordó.
Este
camino lo condujo a convertirse en uno de los maestros del arte textil más
importantes con que cuenta México y América Latina.
Sus
piezas, llenas de alegorías y armoniosos colores que evocan tanto a las
culturas precolombinas como a escenas cotidianas de la provincia mexicana, han
sido adquiridas por instituciones como Fomento Cultural Banamex y reconocidas
con premios como el Galardón Grandes Maestros de Iberoamérica, Leyendas
Vivientes del Arte Popular, Grandes Maestros del Arte Popular Mexicano, la
Presea Estado de México, el Salón de Maestros del Arte Popular, así como en el
certamen Diseño y Vida en el Arte Popular.
Algunos
de sus mejores trabajos, junto con las obras de otras maestras y maestros
artesanos de México e Iberoamérica, han sido expuestos de manera itinerante en
países como Brasil, Estados Unidos, específicamente Nueva York, y en varias
naciones de Europa, consiguiendo el reconocimiento internacional.
A
la fecha comparte sus conocimientos en el desarrollo de la tradición textil en
el Estado de México, con sus dos aprendices, Gabriela Cuevas Hernández, de 33
años de edad, y José Eduardo Serrano de 30 años de edad, con tres y seis años
de experiencia respectivamente en este oficio.
“Capacitar
a la gente, darles cursos de capacitación es muy importante para que esto no se
pierda porque es, creo, parte de nuestra cultura y nuestras raíces”, recalcó
con orgullo, pues para él siempre será un honor elaborar estas piezas.
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