- Está a punto de cumplir el sueño que todos los deportistas se plantean a lo largo de su carrera: participar en Juegos Olímpicos.
- Reconoce maratonista la motivación de su entrenador Jonnatan Morales.
Zinacantepec,
Estado de México.- La maratonista mexiquense Andrea Soraya Ramírez Limón está a
punto de cumplir el más grande sueño, el que todos los deportistas se plantean
a lo largo de su carrera: presentarse en unos Juegos Olímpicos; lo hará de la
mano de su entrenador, Jonnatan Morales Serrano, quien la acompaña en esta
aventura llamada Tokio 2020.
“No me
gusta pensar en lo que puede pasar, porque nunca pasa lo que visualizó, mis
emociones son diferentes a lo que me imagino. Sé que estoy con las mejores del
mundo, que ese lugar yo me lo he ganado con tanto trabajo y que si estoy con
las mejores del mundo es porque yo también soy parte de este grupo”, detalló la
corredora, cuyo objetivo es hacer la carrera de su vida y con la confianza de
haber hecho todo lo planeado para llegar al evento más importante del ciclo.
Andy Limón,
como la conocen dentro del atletismo, aseguró que ella disfruta de todo el
proceso de una competencia. Desde que arriba a la sede es una experiencia que
le gusta sentir, el cansancio que eso significa y de tener que recuperarse en
poco tiempo, hasta la etapa posterior a su competencia, en la que gusta comer
dulces y chocolates.
“Cuando
entro me siento diferente, como si me transformara; la verdad es que disfruto
ver mucho a mis compañeros, que veo pocas veces al año, a mis rivales, sentir
que se me sale el corazón y cuando dan el disparo de salida me siento cómoda.
Cuando corro, me siento libre, plena, realizada, es el lugar al que pertenezco,
siempre quiero seguir corriendo”, afirmó al hablar de la manera en que concibe
una competencia.
Acerca de
lo que significa recorrer los 42 kilómetros 195 metros, que es la distancia del
maratón, Ramírez Limón detalló que ella divide el recorrido en kilómetros como
parte de su estrategia; primero disfruta del paisaje, piensa en la música que
le gusta, en los recorridos que hace con sus amigos y su equipo de trabajo, en
las rutinas que realiza durante el entrenamiento, en los lugares donde práctica.
Después se
concentra en los ritmos y, cuando llega el momento de crisis se dice, ‘tienes
que darle, para eso estás aquí, un kilómetro a la vez’. Acepta el dolor con la
confianza de que todo lo sufrido en la pista, kilómetro a kilómetro lo
superará, se sentirá mejor conforme avanza y al culminar su lucha interna todo
pasará.
Para cuando
pasa el kilómetro 40, es cuando sabe que está a punto de cumplir la meta, al
escuchar el bullicio de la gente, entre los que espera reconocer a su
entrenador, quien es una gran motivación en la última parte de la competencia.
“A veces me
cuesta trabajo, dependiendo mi nivel de concentración, pero sólo con escuchar
la voz de Jon, que puedo identificar entre tantas personas, trato de entenderlo
lo más que puedo, que me dice ‘ya llegaste, 800 metros, disfrútalo’, a veces
cuando voy tan concentrada se me olvida disfrutarlo”, aseguró.
Acerca de
cómo llegó a este punto de su carrera deportiva, la corredora mexiquense indicó
que hasta antes de cumplir 19 años no estuvo involucrada en alguna actividad
física, aunque le gustaba la gimnasia y el ballet; nunca tomó clases y, aún
más, no destacaba en los juegos con sus primos.
“Hacia
carreritas con mis primos y siempre me ganaban, me dejaban al final y mi mamá
me decía ‘eres pésima corriendo, deberías de correr más rápido’ me da mucha
risa porque digo ‘no puedo correr rápido, pero soy muy resistente, todo lo
contrario”, aseveró.
A pesar de
que por su mente jamás pasó ser deportista olímpica, recuerda que su primer
referente de la magna justa fue en Sídney 2000, cuando Soraya Jiménez se
convirtió en la primera mujer mexicana en alcanzar lo más alto del pódium en la
prueba de Halterofilia.
“Me acuerdo
mucho de Sídney 2000, con mis papás veíamos los Juegos, me acuerdo que mi mamá
sabía de todo. Sí me gustaba ver los deportes, pero nunca me imaginé estar ahí,
veía a los atletas olímpicos fuertes y poderosos, me acuerdo cuando vi a Soraya
Jiménez ganar la medalla de oro y recuerdo que dije ‘yo también me llamó
Soraya’ y me sentía muy orgullosa, pero después llegaba a la escuela y me
decían Soraya Jiménez como la levanta pesas y no me gustaba, ahora digo ‘qué
padre, creo que el nombre es muy poderoso’”, afirmó.
Fue hasta
después de los 19 años cuando, luego de la invitación de dos entrenadores,
empezó a practicar atletismo, más como una actividad recreativa que como
deporte competitivo y en su primera carrera de calle quedó impresionada con el
potencial de las ganadoras.
“Vi cómo
ganaron las otras chavas y dije ‘wow ¿cómo pueden correr tan rápido?, a mí
alguna vez me gustaría ganar un pódium’, también tuve la oportunidad de
competir en un estatal de Universiada, pero eso ya en pista y fue completamente
diferente. Yo empecé desde cero, no sabía qué tenis usar, veo las fotos y digo
‘¡qué padre!, empecé de la nada’, y mira hasta dónde me ha llevado la vida, mi
disciplina y mi constancia”, expresó.
Ahora, en
la antesala de la justa deportiva y al percibir cómo la ven las niñas y
corredoras que inician en el deporte, recuerda que en sus inicios tenía muchas
dudas por lo que ahora quiere aconsejar y hace la invitación para que se
acerquen a ella y poder compartir su experiencia y todo lo que ella pueda.
“Cuando yo
comencé me daban ganas de preguntarles, ¿qué hacen para estar en ese nivel?, en
realidad yo las admiraba y ahora que estoy en ese nivel y veo a las chavitas
que se me quedan viendo me dan ganas de decirles ‘no tengas miedo, pregúntame
lo que quieras, yo te voy a responder desde mi experiencia’, porque a mí me
hubiera gustado que alguien me diera un consejo, unas palabras, así que si hay
alguien que tiene una pregunta con gusto la responderé”, concluyó Ramírez
Limón.
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