No podría ser de otra forma y el magnífico
escenario montado en el Centro Cultural de España en México, fue apenas
suficiente para albergar el entusiasmo y la andanada de emociones que las
semifinales y la gran final del X Torneo de Poesía Adversario en el
Cuadrilátero tenían que deparar.
El dueto Girl (intérpretes de soul con letras en español y en inglés) entibió apenas
el ambiente, en tanto los protagonistas se preparaban y el público poco a poco
abarrotaba los lugares dispuestos, mismos que al final resultaron
insuficientes, pero al respecto, nadie manifestó inconformidad. Luego de un
saludo poético a cargo del indiscutible Campeón de Campeones de este torneo,
Gustavo Alatorre, y presentados los réferis (Hortensia Carrasco y Gerardo
Escalante), el jurado y personalidades invitadas se dio por fin paso a las
hostilidades.
En el primer duelo, Brenda Cedillo, quien apenas
titubeante vino pronto de menos a más, no sin padecer enfrentó a un, casi
experto fajador de la palabra, Enrique Aguilar, el cual, sin embargo, ante el
veredicto último de los jueces (Rowena Bali, Venancio Neria, María Elena Solórzano,
Leticia Luna y Alejandro Zenteno) hubo de sucumbir.
Para el segundo combate, una de las favoritas
de siempre, Alejandra Estrada, enfrentó a un irreconocible y crecidísimo
Salvador Durán, quien le opuso feroz resistencia. Los nervios traicionaron en
varias ocasiones a Alejandra, si bien la salvó la depurada técnica y el poder
desgarrador (por momentos) de su poesía.
Dadas las circunstancias, el público cada vez
más animado y hasta incitado y excitado por los comentaristas Gustavo Alatorre,
Yuri Zambrano y Steelman (luchador
profesional) comenzó al fin a hacerse presente de manera estruendosa y a tomar
partido por sus respectivas causas.
En el intermedio, la breve, pero muy emotiva
ceremonia de homenaje a las excelsas poetas mexicanas María Elena Solórzano,
Becky Rubinstein y Dolores Castro, fue presidida por Adriana Tafoya, principal
impulsora y actual coordinadora del Torneo.
En la antesala a la pelea definitiva, y
confrontándose por el “premio de consolación”, Enrique Aguilar soltó lo más
certero y propositivo de su repertorio ante un Salvador Durán, que una vez más,
como diestro maestro del pancracio, simplemente dejó escapar el torrente de su
seguridad y la potencia de su cuidado estilo, llevándose con ello el honroso
Tercer Lugar, tal y como lo declaró el
elegante e intenso maestro de ceremonias Luis Edgar Manríquez.
En la gran final, el vigoroso latir de la
sensibilidad femenina no pudo sino deleitar, al tiempo que estremecer, a la
audiencia; sin embargo, los poemas de Alejandra Estrada, afincados casi todos
ellos en la problemática íntima o familiar, pero nunca ajenos a un dejo de
necesario feminismo, e igualmente matizados también con ironía, sarcasmo y
postura firme y decidida de lo que significa su quehacer en el mundo, pudieron
más que el nada desdeñable, pero un tanto melífico o sobradamente metafórico discurso
filosófico de Brenda Cedillo, quien defendió con brillantemente su palabra
matizando con fluidez su dicción y conectando emotivamente siempre con una
buena parte del público; eso mismo llevó a una decisión dividida por parte de
los jueces, la misma que no dejó lugar a dudas.
Alejandra Estrada Velázquez, hace historia
entonces, y se impone como la merecida campeona de la décima edición de este
singular torneo, mismo que tiene como principal virtud romper con el
acartonamiento de la escena cultural, y lo más importante derramar -además de
adrenalina-, poesía joven y propositiva ante todo tipo de espectadores, algunos
de los cuales viven por primera de vez de cerca estos trascendentales estremecimientos:
esos que se experimentan, sufren y gozan en un recóndito lugar de la mente o
del corazón, más allá de todo estrepitoso show.
Durante la ceremonia de premiación, por parte
de los muy diversos y solidarios patrocinadores (editoriales como la Cuadrilla
de la Langosta, Ultramarina Cartonera, Versonautas, Eternos Malabares, Aquelarre;
editores como Alejandro Campos Oliver y Ricardo Venegas; y artistas plásticos
como Iván Villaseñor, Armando Moreno, Mercedez López), todos los participantes
recibieron obsequios consistentes en diplomas, obras artísticas, paquetes de
libros y el compromiso de que alguno de sus poemarios será editado por VersodestierrO,
editorial que ya por dos lustros ha comandado este loable esfuerzo.
Con degustación de licores, vino de honor, y
sobrada alegría, llegó entonces a su fin una vez más esta fiesta de la palabra:
Un espectáculo cultural digno de cualquier deporte..., la cual promete persistir
o en su caso diversificarse con igual o al menos similar y contundente éxito.
Los coordinadores del torneo, Dunia Calderón, Hortensia Carrasco, Daniel Olivares
Viniegra, Joe de la Rosa, Roberto Nava y Adriana Tafoya agradecen encarecidamente
a instituciones, particulares y empresas tales como Centro Cultural la
Pirámide, Museo de la Ciudad de México, Cultura UNAM (Casa del Lago), Centro
Cultural España en México, Rizomas que florecen, AM, Tonfa Muahthai Gym,
Academia Mexicana para la Educación e Investigación en Ciencias, Artes y
Humanidades, Cachos de Rolas, revista La Piraña, Mored: Ilustrador Studio,
Cátedra María Acaso, Guindá: Casa Taller Oaxaca, Jassiba: Centro Cultural, Liga
de Combate Supremo, Humo Sólido, Mezcal Mono Araña y Corazón del Hechicero… así
como a todos los administrativos, técnicos y operadores que en mucho
contribuyeron a que este torneo luciera como debe y llegara a tan buen fin.
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